Esta vez. Esta casa
Debí aguardar a la tormenta y no salir sin paraguas,
ahora
¿A dónde voy?
Todo el camino nublado
y yo sin anteojos.
Todos resguardados en sus casas
y yo muriendo de frío.
Las nubes ocultas
y yo expuesta ante la lluvia.
El corazón dentro del cuerpo bombeando sangre
y mis sentimientos fuera,
explorando el exterior y lo que significa sentir.
Estoy en un aquí que refleja el ayer,
en un aquí que vive para el mañana,
estoy, en el medio,
cuando en realidad no hay intermedios.
Esta es mi casa y no la siento mía,
mi hogar está donde no alcanzan mis latidos.
Soñaré con la marea roja
-del color de mis mejillas cuando me miras-,
malditos dinoflagelados que se empeñan en colorear el mar,
jodidas tus pupilas
que se clavan en las mías y me hacen sonrojar.
Esta vez,
y con paraguas,
esta vez,
y con anteojos,
esta vez,
y con abrigo,
esta vez,
y sintiendo lo que me permito sentir...
me aproximo a la puerta,
saliendo de mi llamada casa, para, por fin,
salir a la tormenta que se avecina.
Preparada para el campo,
recorro paso a paso el camino y me mojo,
pero no me importa,
tengo un paraguas que me cubre de la lluvia.
Me muero de frío,
pero no me importa,
tengo un abrigo que me protege del frío.
Estoy sintiendo y duele,
pero no me importa,
mi corazón ha sentido demasiado
y ha sentido muy poco.
¿Ves que aún no se detiene?
Sigo avanzando
y voy rumbo a tus brazos,
voy rumbo a tus besos.
Tu boca empieza a recorrer mi boca
y me pierdo,
pero no me importa,
porque sé que me ayudarás a encontrar el camino de regreso.
Tu cuello es
el camino en el que me pierdo y vuelvo.
Tus latidos son
los truenos que resuenan afuera,
-pero son sólo para mí-.
Tus brazos están
llenos de Dopamina.
Y tus labios son
mi marca personal de heroína.
Me dejas ir,
me dejas volver,
me secuestras
y luego me acompañas a casa,
la casa que no es mi hogar.
Iré a dormir
y aguardaré a la próxima tormenta,
puedes caminar de mi mano o sólo dejarlas en mi regazo.
ahora
¿A dónde voy?
Todo el camino nublado
y yo sin anteojos.
Todos resguardados en sus casas
y yo muriendo de frío.
Las nubes ocultas
y yo expuesta ante la lluvia.
El corazón dentro del cuerpo bombeando sangre
y mis sentimientos fuera,
explorando el exterior y lo que significa sentir.
Estoy en un aquí que refleja el ayer,
en un aquí que vive para el mañana,
estoy, en el medio,
cuando en realidad no hay intermedios.
Esta es mi casa y no la siento mía,
mi hogar está donde no alcanzan mis latidos.
Soñaré con la marea roja
-del color de mis mejillas cuando me miras-,
malditos dinoflagelados que se empeñan en colorear el mar,
jodidas tus pupilas
que se clavan en las mías y me hacen sonrojar.
Esta vez,
y con paraguas,
esta vez,
y con anteojos,
esta vez,
y con abrigo,
esta vez,
y sintiendo lo que me permito sentir...
me aproximo a la puerta,
saliendo de mi llamada casa, para, por fin,
salir a la tormenta que se avecina.
Preparada para el campo,
recorro paso a paso el camino y me mojo,
pero no me importa,
tengo un paraguas que me cubre de la lluvia.
Me muero de frío,
pero no me importa,
tengo un abrigo que me protege del frío.
Estoy sintiendo y duele,
pero no me importa,
mi corazón ha sentido demasiado
y ha sentido muy poco.
¿Ves que aún no se detiene?
Sigo avanzando
y voy rumbo a tus brazos,
voy rumbo a tus besos.
Tu boca empieza a recorrer mi boca
y me pierdo,
pero no me importa,
porque sé que me ayudarás a encontrar el camino de regreso.
Tu cuello es
el camino en el que me pierdo y vuelvo.
Tus latidos son
los truenos que resuenan afuera,
-pero son sólo para mí-.
Tus brazos están
llenos de Dopamina.
Y tus labios son
mi marca personal de heroína.
Me dejas ir,
me dejas volver,
me secuestras
y luego me acompañas a casa,
la casa que no es mi hogar.
Iré a dormir
y aguardaré a la próxima tormenta,
puedes caminar de mi mano o sólo dejarlas en mi regazo.
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