Demons.

¿Cómo crees en aquello que no puedes ver? Cuando mi cabeza se nubla no encuentro salidas, es un laberinto del que me es difícil escapar, no quiero ver lo que sucederá a continuación, la débil tela de la mentira no alcanza a cubrir mis ojos, sigo siendo partícipe de lo que ocurre a mi alrededor, siento deshacerme entre las cenizas de un templo en ruinas, y sigo consciente. No sé si podré tocar el punto de la inconsciencia, no si lo sigo pensando, debo dejarme ir, pero no quiero hacerlo, es contradictorio, mi vida lo es.

Y aunque sé que está todo oscuro afuera, no puedo evitar abrir la ventana, sé que allá no habrá nada, sé que afuera están aguardando mis miedos, sé que esa oscuridad espera por mí, que me deje llevar; abrir esa ventana es como abrir las puertas que van directo a mi vida, mi alma, oscura y solitaria, aquella que he tratado de no dañar ¿Por qué aún sigo reprochando mis estupideces? No tienen sentido alguno, vuelven a mí porque yo lo permito. Mis demonios. Mis pesadillas. Esperanzas rotas o confabulaciones de las personas para lastimarme. Me lastiman  porque me importa, aún me importa. Sigo siendo un ser humano, a pesar de que mi faceta fría y dura demuestre lo contrario, puedo sentir, lo hago como nunca en 18 años, y me pregunto ¿Por qué ocultarlo todo detrás de una máscara? ¿Por qué el disfraz? ¿Por qué no simplemente nos quitamos el antifaz que nos disfraza? Mi cabeza no funciona en este momento para hallar una teoría concreta, simplemente estoy aquí, en medio de un torrente de recuerdos, tratando de encontrar mi lugar en el campo de batalla.

¿Por qué buscar explicaciones donde no las hay? No siempre hay respuestas, no cuando lo que sucede está dentro de ti, sólo que no lo ves, pero está allí, en medio de una corriente bulliciosa en donde tus recuerdos, sentimientos y pensamientos deambulan y se retuercen bajo tu piel, lanzándote al fondo de la corriente.

Mis tormentos, mis demonios, siempre han estado ahí, siempre están, siempre vuelven, para torturarme, para hacerme regresar a un pozo sin fondo, uno tan profundo donde no hay escapatoria, me atrapan, me envuelven. No sé escapar de ésta tortura, escucho el tic-tac del reloj... aún sigo allí... En las noches, cuando trato de dormir... se apoderan de mis sueños, no me dejan respirar, me asfixian, entonces, cuando empiezo a perder el conocimiento, me liberan, dejándome vacía, desnuda ante ojos escrutadores... En un sueño. Allí te encontré. Tus ojos negros, los míos de igual tono. Entonces vuelve a pasar, es como un ciclo que se repite y no se detiene, no acaba, tu alma se conecta con la mía otra vez, me miro al espejo y, allí, en medio de la oscuridad, tú eres yo y yo soy tú... Un misterio que sólo tú y yo conocemos.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Esta vez. Esta casa

¿Qué es el amor?

Sueño

Mis pensamientos y yo