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¿Aún queda un por qué?

Estoy triste -y no prescindo de amarte- Estoy triste -y no prescindo de olvidarte- ¿Por qué uno si destruyo? ¿Por qué uno si consumo? ¿Por qué envuelvo si no vuelvo? ¿Por qué envuelvo si desvelo? ¿Por qué te quiero si te amo? ¿Por qué te quiero si te extraño? Tantos porqués -y una sola respuesta-. Tantos porqués -y una sola mirada-. No preciso de una mano que me ayude. No preciso de un oído que me escuche. Sólo preciso de ti -pero eso ni siquiera es cierto-. Lo que es cierto, lo que es un misterio, estoy mintiendo y no lo entiendo. ¿A quién le escribo? ya no lo sé, me he quedado sin un qué, ya no sé con qué se come una "Y" o un "Por qué". Sonrío y revivo -aunque no quiero soñar- Río y me olvido -aunque no quiero dormir-- ¿Tiene sentido lo que escribí? Escribo y escribo para ser otra siendo yo misma. Y aún así, ya no sé ni quien soy o eres. Ya no sé si mis latidos son tuyos o míos. Pero comprendo que sólo existen "Aho...

Venezuela

Observando desde el punto de vista de Albert Camus y el mío propio; nosotros como seres humanos tendemos a buscar el origen de las cosas, el significado del mundo, deseosos de obtener la plena seguridad de que detrás de este hecho, encontremos el sustento del universo o, en tal caso, de la realidad. Pero descubrimos que en cierta forma, más allá de lo que pueda mostrarnos el origen de algo, está la idea concreta de que el mundo se nos revela sin empeñar propósitos o significado. Recaemos ante críticas llevadas por otros autores e incluso la iglesia misma. Más allá de tan sólo buscar un significado “teológico”, está el juicio moral. Un hombre sin valores, sin moral, es un hombre que no merece vivir porque, ¿Para qué vives si no le das un valor a la vida misma? Si elegimos vivir es porque, al mismo tiempo, estamos aceptando y tomando un valor, demostramos que la vida vale la pena lo suficiente como para vivirla o que podemos, en tal caso, hacer que sea digna de vivir y hacernos ...

Me habría condenado (en tiempo pasado)

Tú, fiel conocedor de mis palabras. Tú, que has llenado el vacío donde tus labios son mi alivio. A ti, que te pido. A ti, que te imploro: quédate hoy y no te vayas mañana. A ti te habría dicho: me condeno. Me habría asustado, habría temblado, con estos pensamientos tan pesados. Pero, no te importa, no me importa, ¿A quién le importa? Los demonios también fueron ángeles algún día. Y, aún así, me habría condenado -en tiempo pasado- Me llevabas a un colapso, me llevabas a un torbellino, me llevabas a la calma. Mis pensamientos se iban, mis sentimientos regresaban, tú no ibas a por ellos, tú los dejaste ir, y ellos no volvieron. Y, aún así, me habría condenado -en tiempo pasado- Mientras yo vivía en la inopia, afuera el mundo era un infierno. Y, aún así, me habría condenado -en tiempo pasado- Odié tanto quererte, odié no poder odiarte. Y sólo poder odiar lo que no podía odiar me hacía quererte más. Base intacta de que, mi odio es tan puro ...

El viento y un rincón donde llorar

Han pasado 9 años (y 3 meses de retraso, lo siento) y aún sigo deseando ser yo y no tú. ¿Qué pasaba por tu cabeza serena? Si al mirarme era todo un poema, temblaba de frío, lloraba a mares, pero había un lugar para llorar, tenía un rincón donde llorar. Y no lo sabía. El sol empezaba a ocultarse a fallarme, llegaría la noche, llegaría la oscuridad, volvería a nadar en un pozo sin fondo, volvería al punto donde mis pies -tan ajenos al sustrato- no sabrían tocar tierra firme. Todo se iba, todo se va, en el vaivén de las olas en una vieja rocola, una canción casi deshecha por los años, un corazón que no supo soportar tanto. Mis ojos comienzan a fallarme, mis manos a temblarme, mi garganta a secarse... estoy tan relacionada con la tristeza que me cuesta imaginar a la felicidad caminando de mi mano. Y la busco, busco tu mano, un abrazo, un beso en la frente quizás. Pero no estás y yo estoy llena de complejidades. La primavera me recuerda a alguie...

La tristeza y la furia

Leí hace tiempo este cuento, sentí que debía compartirlo, a veces encontramos la respuesta a tantas preguntas detrás de un simple cuento como éste. Realmente lo creo. En un reino encantado donde los hombres nunca pueden llegar, o quizás donde los hombres transitan eternamente sin darse cuenta... En un reino mágico, donde las cosas no tangibles se vuelven concretas... Había una vez... Un estanque maravilloso. Era una laguna de agua cristalina y pura donde nadaban peces de todos los colores existentes y donde todas las tonalidades del verde se reflejaban permanentemente... Hasta ese estanque mágico y transparente se acercaron a bañarse haciéndose mutua compañía, la tristeza y la furia. Las dos se quitaron sus vestimentas y, desnudas, las dos, entraron al estanque... La furia, apurada (como siempre está la furia), urgida -sin saber por qué- se bañó rápidamente y más rápidamente aún salió del agua... pero la furia es ciega, o por lo menos, no distingue claramente la realidad, así que...

Simplemente no

Si me preguntan a dónde voy, no sabría responder, tampoco me preguntes en qué pienso o qué siento; no sé a dónde voy, no sé a qué espero, me encuentro atrapada entre una huida que acaba siempre por liberarme, y es una libertad que me vuelve presa de mí misma... Y estoy fingiendo que no me importa, tengo que fingir que todo está bien, eso es lo que hago... es un largo laberinto que no tiene fin ni retorno. Mi estado de ánimo es tan abrumador que ningún otro sabor (ni siquiera lo amargo del café) puede alterar mi paladar emocional... una parte de nosotros está aquí, siempre está, pero, la otra parte, la de nuestro ser, está encerrada. Es como el juego de las escondidas: quien me encuentre, gana.

Mis pensamientos y yo

Una batalla verdadera no es la que combates afuera, si no la que está dentro de ti. ¿Cuál es mi lugar en todo esto? ¿Qué papel debería tomar? ¿El de sufrir sin llorar o el de llorar sin sufrir (aunque es básicamente lo mismo)? ¿Me dejo ir o me aproximo hasta allá? Pero ¿A quién le importa? Todo se reduce a una sola cosa siempre... Dicen que el tiempo lo cura todo, dicen que el tiempo tiene las respuestas, dicen tantas cosas del tiempo, pero éste incluso termina por ser completamente relativo. Me vi envuelta en decisiones que acabaron por encender mi sistema de alerta hasta el máximo nivel. Y ahora, como un fantasma, camino en medio de un pasillo vacío, o me siento a observar la noche tan oscura y me pierdo. Son tanta las veces que me pierdo que he perdido la cuenta. Me pierdo, buscándome. Pasé tanto tiempo dormida que, despertar fue como mirar el ocaso y caer, para luego caerme cien veces más y volverme a levantar; sentirme más humana fue sentir que mi corazón en realidad sí estaba...